Nunca dejes de jugar

Nunca dejes de jugar

Hace un par de veranos me crucé con un post en Instagram de la Dra María Velasco y me abrió los ojos... justo ese día estábamos yo y mi familia en un parque acuático y mi marido estaba con las niñas probando los diferentes toboganes que había, mientras tanto yo "cuidaba las toallas". Si, al negociar quién hacía qué, yo creí que había salido ganando, porque tenía un ratito para estar sola y leer o mirar IG... pero no, claramente era él el que ganaba porque a corto plazo, se lo pasaba mejor y a largo plazo mis hijas se quedarían en la cabeza con la idea de que "hacemos cosas divertidas con papá, papá nos anima a superar miedos en ese tobogán tan alto". Y se me abrieron los ojos... yo estaba tan ocupada en que las vacaciones fueran perfectas, que no las estaba disfrutando, no estaba creando recuerdos con mis hijas. Yo estaba pensando en si tendría suficiente ropa seca para ponerles antes de irnos a casa, en si había ropa limpia para el día siguiente, en qué íbamos a cenar, en que había que pasar por el super porque tampoco había nada de desayuno para el día siguiente, en darme prisa en cambiarles el bañador por uno seco antes de comer, en vigilar que no se les cayera el bocata al suelo... y mil cosas más, mientras mi marido estaba tirándose con ellas por los toboganes de agua. Me paré a pensar y hacía años que no me tiraba por un tobogán de agua. Y la culpa no era de nadie más que mía, él me había preguntado si quería ir a los toboganes con ellos y yo había dicho que no, me daba pereza, no me quería mojar por si el agua estaba fría, me había lavado el pelo el día anterior... había dicho que no a divertirme con ellos. Una mierda si, una mierda.

La Dra María Velasco contaba en su post que hay un mal que afecta a las mujeres de forma silenciosa... casi desde que son adolescentes, y solo va a más según vamos creciendo y madurando. A los chicos no les pasa, al menos no a todos y seguro que no en la misma medida que a nosotras.

Nosotras nos olvidamos de jugar, y es tristísimo, es horrible, perder la capacidad de jugar.

Ya de niñas, nosotras jugábamos con muñecas en un rincón y los niños al balón ocupando todo el patio. En la adolescencia empezamos a cargar una mal llamada "responsabilidad" y una autopercepción muy intensa para con nuestro cuerpo. Al desarrollarmos en la adolescencia, lo más común es que nos deje de apetecer jugar y hacer deporte, bien porque ya no reconocemos nuestro cuerpo y como se mueve o el espacio que ocupa, bien porque no queremos que se nos vea la pierna o el pecho o la barriga así o asá, bien porque nuestros compañeros de clase se burlan o ríen de como hacemos determinados movimientos (no me vengáis ahora a decir que esto no pasó en vuestra clase si crecisteis en los 80 o 90... y sé que sigue pasando). El asunto es que dejamos de movernos y actuar con libertad por miedo a las consecuencias o al qué dirán. Y mientras nosotras dejamos de jugar, los chicos siguen practicando deportes, jugando a tirarse unos encima de otros, haciendo el "bruto", aventurándose a hacer cosas nuevas, ver cuánto más pueden correr, cuánto más peso pueden levantar, experimentar con su cuerpo y las posibilidades que este les ofrece.

Y eso es muy triste.

Cuando somos más mayores no se nos pasa.. la preocupación porque se nos estropee el peinado o el maquillaje o se nos vea el michelín, o se nos escape un pecho... eso solo va a más. E incluso cuando ya formamos una familia, asumimos responsabilidades que damos por hecho que son nuestras (qué hay de comer mañana? la ropa del año pasado aún le sirve? son solo un par de ejemplos). Y se nos olvida disfrutar, inmersas como estamos en un mar de listas de cosas que hacer que no termina nunca y tareas eternas.

¿Hace cuánto que no te tiras por un tobogán (con o sin agua)? ¿Hace cuánto que no juegas a algo físico (una guerra de cosquillas con tus hijos o tu pareja o tu hermana)? una carrera a ver quién llega antes, tirar un balón a ver quién llega más lejos, ponerte unos patines...

La diversión: Más que un lujo, una necesidad psicológica

Desde el punto de vista de la psicología, la diversión no es un lujo ni una pérdida de tiempo. Es una necesidad básica para nuestra salud mental y emocional. Según estudios, el juego y la diversión reducen el estrés, aumentan la creatividad y mejoran el bienestar general. Además, reír y disfrutar de la vida tiene beneficios físicos, como la liberación de endorfinas y la reducción de la presión arterial. En otras palabras, divertirse te hace más feliz y saludable.

No te tomes tan en serio

Algunas veces, al llegar a cierta edad, nos sentimos obligadas a ser serias y responsables en todo momento. Pero aquí va un secreto: NO HACE FALTA. Permítete un poco de ligereza y juego y transforma tu perspectiva, date la energía que necesitas para enfrentar los desafíos diarios. ¿Recuerdas lo que te hacía reír hasta dolerte la barriga cuando eras más joven? ¿qué más da si los niños hoy no se acuestan a su hora? ¿Qué más da si cenáis un poco más tarde porque estáis bailando en el salón?

Actividades para reír y gozar

La diversión puede venir en muchas formas y tamaños. Aquí te dejo algunas ideas para que incorpores un poco de chispa a tu vida:

  1. Baile: No necesitas ser una profesional. Simplemente pon tu música favorita y muévete como si nadie te estuviera mirando.
  2. Viajes y Aventura: Desde una escapada de fin de semana hasta un viaje exótico, explorar nuevos lugares siempre es emocionante.
  3. Clases y Talleres: ¿Siempre quisiste aprender a pintar, tocar un instrumento o incluso hacer cerámica? ¡Ahora es el momento!
  4. Reuniones Sociales: Organiza cenas, fiestas temáticas o simplemente sal a tomar un café con tus amigas. Las risas compartidas son las más dulces.
  5. Hobbies: Redescubre viejas pasiones o encuentra nuevas. Jardinería, cocina, manualidades, cualquier cosa que te haga sonreír.
  6. Juega siempre que puedas: lánzate a esa piscina aunque esté fría y tengas el pelo recién lavado, participa en esa guerra de pistolas de agua o bolas de nieve, haz castillos de arena a la orilla del mar, disfrázate, cómete ese helado, súbete a esa montaña rusa, ponte esos patines y echa una carrera, pon el culo en ese trineo. Tírate por ese tobogán.

La diversión en comunidad

Si no sabes por dónde empezar, intenta rodearte de personas que también valoran el juego y la alegría puede crear un ambiente positivo y motivador. Puedes participar en clubes, grupos de interés o incluso actividades de voluntariado puede abrirte a nuevas amistades y experiencias divertidas. Yo personalmente prefiero liar a mis amigas... pero soy de natural introvertido.

El poder de decir "Sí"

Muchas veces, la diversión está a la vuelta de la esquina, pero nosotras mismas la bloqueamos con excusas. “Estoy muy ocupada”, “No tengo tiempo”, “Ya no soy una niña para esas cosas”. ¡Es hora de cambiar ese chip! Decir “sí” a nuevas experiencias y oportunidades de diversión puede ser increíblemente liberador.

Cuidar de ti misma

La diversión también es una forma de autocuidado. Priorizar momentos de alegría y relajación no solo mejora tu estado de ánimo, sino que también te hace más resiliente frente al estrés y las dificultades. Así que, la próxima vez que te sientas abrumada, tómate un momento para divertirte y verás cómo todo mejora.

La madurez no tiene que ser sinónimo de aburrimiento o rutina. Es una etapa llena de potencial para redescubrir la alegría y la diversión. No importa si tienes 45, 55 o 65 años, ¡nunca es tarde para empezar a disfrutar de la vida con la misma pasión y entusiasmo que cuando eras más joven!

De verdad, antes de decir que no a algo que pueda ser divertido, piensa en el peor de los resultados, ¿vas a tener que lavarte el pelo de nuevo? ¿puede que un desconocido te vea un michelín? eso que te impide jugar ¿va a ser importante la semana que viene? ¿y el próximo mes? ¿y el próximo año?.

Ese día del que os hablaba al principio del post, acabé tirándome por todos los toboganes que había... y aquel invierno compré un trineo en el que me cupiera el culo para tirarme con mis hijas y este verano quiero apuntarme a clases de surf.

A mí ya no se me escapa ningún tobogán, me tiro por todos los que encuentro.

¿Qué vas a hacer tú?

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